NOTA DEL EDITOR: El siguiente texto escrito por Javier Ruiz, CFA, es un extracto de una carta trimestral de Horos Asset Management.

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Sin duda alguna, para entender el papel de nuestro cerebro en nuestra toma de decisiones, uno tiene que hablar del trabajo de Daniel Kahneman y Amos Tversky,1 piedras angulares, junto con Richard Thaler,2 en el desarrollo de la economía conductual en los años ochenta. En concreto, Kahneman y Tversky desarrollaron lo que denominaron la teoría prospectiva (también conocida como teoría de las perspectivas o de la aversión a las pérdidas), según la cual, tomamos decisiones irracionales (alejadas de la lógica probabilística) en entornos de incertidumbre. ¿El motivo? Nuestros juicios subjetivos afectan a cómo percibimos la realidad y condicionan nuestra forma de actuar.

Para explicar de manera más generalista sus hallazgos, Kahneman publicó en el año 2011 el libro “Pensar rápido, pensar despacio”,3 posiblemente, la mejor obra para entender los sesgos y heurísticas que influyen en nuestras decisiones. Para ello, Kahneman se apoya en una idea muy sencilla de entender para todo el mundo. Básicamente, divide a nuestro cerebro en dos sistemas ficticios que guían nuestros comportamientos: el Sistema 1 y el Sistema 2. En palabras del propio autor,4 el Sistema 1 opera de manera rápida y automática, con poco o ningún esfuerzo y sin sensación de control voluntario. Por su parte, el Sistema 2 centra la atención en las actividades mentales esforzadas que lo demandan, incluidos los cálculos complejos. Las operaciones del Sistema 2 están a menudo asociadas a la experiencia subjetiva de actuar, elegir y concentrarse.

Por tanto, el Sistema 1 es el que gobierna nuestras decisiones más mundanas, lo que tiene, por otro lado, todo el sentido evolutivo. ¿Se imagina tener que pensar con calma cualquier acción que realiza a lo largo del día? También es el que mueve nuestros impulsos más primarios. Este sistema es el que nos hace reaccionar instintivamente en situaciones de peligro, cuando no es momento de pensar y sí de actuar. Mientras que, por el contrario, el Sistema 2 se activa cuando nos detenemos a pensar un plan de actuación, como comparar las características de dos teléfonos móviles para elegir el que vamos a comprar, o caminar a un ritmo más rápido del habitual, sin dejarnos aire para evadir nuestra mente.

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